Aunque el verano llega a su fin, el oído sigue sufriendo frente a agentes externos.
Durante el verano, las actividades acuáticas aumentan, y con esto la exposición al agua es más abundante, y por ello aparecen las temidas otitis externas.
La otitis externa es una infección auditiva leve, generada en el conducto auditivo externo, producida generalmente por los restos de agua que quedan retenidos en el conducto, dando lugar a la proliferación de bacterias, causantes de las infecciones auditivas.
Estas otitis cursan con picazón y/o dolor lo que aumenta el uso de bastoncillos, y la presencia de objetos dentro del canal, lo que puede agravar el problema y prolongarlo.
Los niños son los que más infecciones auditivas van a tener, ya que están en edad de crecimiento, y su sistema inmune está en pleno desarrollo.
¿Cuáles son los síntomas?, si le duele al masticar, la audición está alterada, le supura un oído, tiene fiebre, o tiene sensación de pérdida de equilibrio, posiblemente tenga una infección auditiva.
¿Cómo se diagnostica? Se realiza en la consulta médica, por su médico de cabecera. Si la infección está más avanzada, y con su tratamiento no mejora, posiblemente requieran más estudios por un especialista (ORL), así se podrá determinar un tratamiento para curarla. Si no se trata, se puede agravar, hasta tal punto de generar complicaciones como pérdida de audición, cronificación de la infección, condritis, otitis externa necrotizante…
¿Cómo cuidamos el oído para evitar otitis externas?:
- Uso de tapones para los oídos para sumergirse en el agua, que nos ayudará a prevenir infecciones auditivas.
- Reducir el tiempo de inmersión en el agua, y evitar inmersiones bruscas.
- Secar con mucho cuidado los oídos, usando toallas, realizando movimientos de la cabeza hacia ambos lados.
- No usar bastoncillos, su uso ayuda a aumentar las infecciones auditivas.
- Revisar por un profesional su conducto auditivo, así puede limpiar la cera que esté acumulada.
- Si usa audífonos, protegerlos de la humedad.